domingo, 21 de octubre de 2012

Traducción Cántica de "La serrana".



Pasando una mañana por el puerto de Malangosto
me asaltó una serrana tan pronto asomé mi rostro.
-"Desgraciado, ¿dónde andas? ¿Qué buscas o qué demandas
por este puerto angosto?"

Le contesté yo a su pregunta:
-"Me voy hacia Sotos Albos"

Dijo: -"El pecado proclamas con esos aires tan bravos:
Por esta encrucijada que yo tengo bien guardada,
no pasan los hombres salvos."

Se me plantó en el sendero la sarnosa, ruin y fea,
dijo:
 -"¡Por mi fe, escudero! aquí estaré yo:
hasta que algo me prometas, por mucho que tú arremetas,
que no pasarás la vereda."

Le dije:
-"¡Por Dios, vaquera, no me estorbes la jornada!
deja libre la carrera; que para ti no traje nada."

Me respondió: -"Entonces vuelve, por Somosierra trastorna,
que aquí no tendrás posada."

Y la Chata endiablada, ¡que San Julián la confunda!
me tiró la cayada y, volteando su honda, me dijo:
 -"¡Por el Padre verdadero, tú me pagas hoy la ronda!"

Nevaba y granizaba, y me dijo la Chata luego
mientras me amenazaba:
-"¡Paga o ya verás el juego!"

Dije yo:
-"¡Por Dios, hermosa, quiero deciros una cosa,
pero querría estar en el fuego!"

-"Yo te llevaré a casa y te mostraré el camino,
encenderé fuego y brasa y te daré pan y vino.
Pero ¡a fe!, promete algo y te tendré por hidalgo.
¡Buena mañana te vino!"


Yo, con miedo y arrecido, le prometí una garnacha
y ofrecí, para el vestido, un prendedor y una plancha.
Ella dijo:
 -"Yo doy más, amigo. ¡Ven aquí, vente conmigo,
no tengas miedo a la escarcha!".

Me cogió fuerte de  la mano y en su cuello la puso,
como a algún zurrón liviano me llevó cuesta abajo.
-"¡Desgraciado!, no te espantes, que bien te daré de comer
como es en la tierra uso."

Me hizo entrar muy deprisa en su venta, me azuzó;
y me dio hoguera de encina, mucho conejo de Soto,
buenas perdices asadas, hogazas mal amasadas
y buena carne de choto.

Un cuartero de buen vino, mucha manteca de vaca
mucho queso de ahumadero, leche, natas y una trucha;
después me dijo:
 -"¡Hadeduro!, comamos de este pan duro,
luego haremos una lucha."

Cuando el tiempo fue pasando, me fui desentumeciendo;
como me iba calentando así me iba sonriendo.
Me observó la pastora; dijo:
-"Compañero, ahora
creo que voy entendiendo".

La vaqueriza, traviesa, dijo:
"Luchemos un rato,
levántate ya, deprisa; quítate de encima el hato".
Por la muñeca me cogió y tuve que hacer cuanto quiso,
¡creo que me fue barato!

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